Comprender el riesgo específico
Entender el riesgo específico de la empresa es fundamental para cualquier inversor que desee minimizar sus pérdidas y maximizar sus ganancias. Este tipo de riesgo, al ser particular de una empresa o sector, se diferencia del riesgo sistemático que afecta a todo el mercado.
Las causas del riesgo específico pueden ser variadas, incluyendo errores en la gestión, problemas operativos internos, cambios en la regulación específica de la industria, o incluso eventos imprevistos como desastres naturales que solo impactan a una empresa en particular.
Por ejemplo, una farmacéutica podría enfrentar un riesgo específico si un nuevo medicamento es rechazado por la FDA, afectando únicamente a esa compañía y no a todo el sector farmacéutico. Asimismo, una empresa podría experimentar problemas financieros si su estructura de capital no es adecuada, llevando a inconsistencias en sus ingresos y flujo de caja.
Para mitigar este riesgo, es crucial diversificar las inversiones en diferentes empresas y sectores, reduciendo así el impacto de cualquier evento negativo que pueda afectar a una empresa en particular.
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Riesgos específicos de la empresa
Habiendo comprendido la importancia del riesgo específico, es esencial profundizar en los tipos de riesgos que pueden afectar a una empresa en particular. Los riesgos específicos de una empresa se dividen principalmente en dos categorías: riesgos de negocio y riesgos financieros.
- Riesgos de negocio: Estos pueden ser internos o externos. Los riesgos internos están relacionados con la eficiencia operativa de la empresa, como la falta de protección de un nuevo producto con una patente, lo que podría resultar en la pérdida de ventaja competitiva. Los riesgos externos, por otro lado, pueden incluir la prohibición de un producto específico por parte de entidades regulatorias, como la FDA en el caso de una farmacéutica.
- Riesgos financieros: Este tipo de riesgo se refiere a la estructura de capital de una empresa. Una compañía necesita mantener un equilibrio óptimo entre deuda y capital para poder crecer y cumplir con sus obligaciones financieras. Una estructura de capital débil puede llevar a ingresos inconsistentes y problemas de flujo de caja, afectando gravemente la estabilidad financiera de la empresa.
Los riesgos específicos también pueden incluir riesgos operativos, que surgen de eventos imprevistos o negligencias en los procesos diarios de la empresa, y riesgos estratégicos, que ocurren si una empresa no se adapta adecuadamente a cambios en la industria o toma decisiones equivocadas en cuanto a alianzas o productos.
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Reducción del riesgo específico mediante la diversificación
Tras identificar y entender los riesgos específicos de una empresa, es crucial abordar las estrategias para mitigar estos riesgos. La diversificación es una herramienta fundamental que los inversores pueden emplear para reducir el impacto del riesgo específico.
La diversificación implica la distribución de inversiones a lo largo de diferentes empresas, sectores y tipos de activos para minimizar la exposición a cualquier evento adverso que pueda afectar a una sola compañía o industria. La idea es que, al tener una variedad de inversiones, el rendimiento positivo de algunas puede compensar el rendimiento negativo de otras, reduciendo así el riesgo global del portafolio.
Estudios han demostrado que un portafolio diversificado con alrededor de 30 títulos en distintos sectores puede reducir significativamente el riesgo específico. Por ejemplo, un inversor podría distribuir su capital entre sectores como la salud, los materiales básicos, las finanzas, los bienes industriales y la tecnología. Además, incluir diferentes clases de activos, como bonos, que no se mueven en la misma dirección que las acciones, también ayuda a mitigar el riesgo específico.
Otra forma eficaz de diversificación es a través de fondos cotizados en bolsa (ETFs) o fondos mutuos, que permiten a los inversores poseer una amplia gama de títulos sin la necesidad de seleccionar individualmente cada acción. Estos fondos agrupan múltiples inversiones, proporcionando una exposición amplia y reduciendo así el riesgo de que un solo evento negativo afecte significativamente el portafolio del inversor.