En España, un autónomo puede enfrentarse a diversas sanciones fiscales si incumple con Hacienda, y créeme que no son ninguna tontería. Por ejemplo, presentar tarde una declaración (ya sea del IVA, IRPF o cualquier otro modelo) puede acarrear un recargo que va desde el 5 % hasta el 20 % si no has recibido aún un requerimiento. Pero si Hacienda se te adelanta y detecta el fallo, ya estamos hablando de sanciones que empiezan en el 50 % y pueden subir hasta el 150 % del importe no ingresado, dependiendo de la gravedad del caso.
Además de los recargos por presentación fuera de plazo, están los famosos intereses de demora. Estos se aplican desde el primer día en que te retrasas y suelen situarse en torno al 4 % anual, aunque puede variar según el año fiscal. Y ojo, que no hablamos solo de errores grandes: si, por ejemplo, olvidas conservar una factura o no registras bien un gasto, Hacienda puede imponerte una multa de 150 €, que puede incrementarse si se repite la infracción. Todo esto forma parte de lo que se considera “infracciones formales”.
También hay que tener en cuenta que si no pagas a tiempo y no solicitas un aplazamiento o fraccionamiento, la cosa se complica. Hacienda te exigirá el importe con recargo ejecutivo, que es superior al recargo por pronto pago. Y si no atiendes el pago, podrías entrar en un procedimiento de embargo de cuentas o bienes. Por eso, lo mejor es llevar un control ordenado de tus ingresos y gastos, y contar con una cuenta bancaria específica para tu actividad como autónomo que te ayude a tener todo clasificado y claro.
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