Los autónomos sí podemos deducir los gastos de reparaciones y mantenimiento siempre que estén directamente relacionados con nuestra actividad económica. Esto incluye, por ejemplo, arreglos en el local de trabajo, reparaciones en equipos profesionales o mantenimiento de herramientas necesarias para el desarrollo del negocio. La clave está en que estos gastos no supongan una mejora o ampliación del bien, sino que su objetivo sea conservar su estado original o asegurar su funcionamiento normal.
Para que Hacienda los considere deducibles, es imprescindible que los gastos estén justificados mediante factura con todos los requisitos fiscales y que estén correctamente registrados en la contabilidad o en el libro de ingresos y gastos si estás en estimación directa simplificada. Además, deben estar afectos a la actividad económica, lo que quiere decir que solo se puede deducir la parte proporcional del gasto si, por ejemplo, el bien también se usa para fines personales.
Ahora bien, si el gasto supone una mejora del bien —como reformar por completo un despacho para ampliar metros o cambiar el mobiliario por uno de mayor calidad— ya no se puede deducir como un gasto corriente. En ese caso, se trata de una inversión y la deducción se hace a través de la amortización, repartiendo el coste a lo largo de varios años. Es un matiz importante que muchas veces se pasa por alto, pero que puede marcar la diferencia en una inspección.
En definitiva, sí puedes deducir las reparaciones o mantenimiento siempre que su única finalidad sea mantener el estado operativo del bien, y no mejorarlo. Lo importante es guardar siempre las facturas, tenerlo bien reflejado en tu contabilidad y, ante la duda, tratar el gasto con cautela para evitar problemas con Hacienda.
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