Un autónomo puede deducirse todos aquellos gastos que estén directamente relacionados con su actividad profesional, siempre que estén justificados con facturas completas y registrados de forma adecuada en la contabilidad. Es fundamental que el gasto esté vinculado a la actividad económica y no tenga un uso personal, ya que Hacienda es cada vez más estricta con esto. Además, es importante que esas facturas incluyan todos los datos necesarios (como el NIF del emisor y receptor, el concepto detallado del servicio, base imponible e IVA) para que puedan ser consideradas válidas.
Entre los gastos deducibles más comunes están la cuota mensual de autónomos, materiales de oficina, suministros como internet, electricidad o agua si se trabaja desde un local u oficina, así como el teléfono móvil utilizado para trabajar. En el caso de trabajar desde casa, se puede deducir una parte proporcional de estos suministros en función del porcentaje de la vivienda que se destina a la actividad, aunque este punto suele estar muy controlado por Hacienda y conviene tener bien justificada la proporción que se declara.
También son deducibles los gastos de personal si tienes trabajadores a tu cargo, como salarios, cotizaciones a la Seguridad Social o dietas. Igualmente, puedes incluir facturas de servicios externos como asesoría, gestoría, marketing o incluso formación relacionada con tu sector. El seguro médico también es deducible hasta un máximo de 500 € al año por persona, siempre que sea el autónomo quien lo paga. Las inversiones en ordenadores, programas de software o herramientas necesarias para tu actividad también son deducibles, aunque si superan ciertos importes deben amortizarse a lo largo de varios años según la normativa fiscal.
En cuanto a los vehículos, Hacienda solo permite deducirse los gastos del coche (gasolina, mantenimiento, seguro, etc.) si puedes demostrar que lo usas exclusivamente para tu actividad profesional. Si el uso es mixto (personal y profesional), solo podrás deducirte el 50 % del IVA en muchos casos. Aquí hay matices que conviene revisar con una buena asesoría. En general, cuanto más claro y documentado tengas todo, más tranquilidad tendrás ante una posible inspección.
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