Si un autónomo se queda sin ingresos tiene varias alternativas a considerar para poder mantener cierta estabilidad y cumplir con sus obligaciones mínimas. Una de las principales opciones es solicitar la prestación por cese de actividad, conocida como el paro de los autónomos. Para poder acceder a ella es necesario haber estado dado de alta durante al menos 12 meses seguidos en el RETA, estar al corriente con la Seguridad Social y justificar el cese con causas económicas, técnicas u organizativas. La cuantía ronda el 70 % de la base reguladora y la duración depende del tiempo cotizado previamente. Es una ayuda que no todos conocen pero que puede ser muy útil en momentos complicados.
Otro punto importante es entender que, incluso sin ingresos, el autónomo tiene la obligación de seguir pagando la cuota mínima mensual a la Seguridad Social. En 2025, esta cuota puede estar entre los 200 y los 590 euros mensuales, en función del tramo de ingresos que tengas declarado. La única manera de no pagarla sería dándose de baja del RETA, lo que conlleva perder acceso a ciertas prestaciones, o justificar una situación excepcional y solicitar una exención. Esta carga puede suponer un problema serio, sobre todo cuando no entra ni un euro de facturación.
También existe la opción de solicitar el Ingreso Mínimo Vital, siempre que se cumplan las condiciones económicas y personales exigidas. Esta ayuda está pensada para garantizar un umbral mínimo de ingresos y, en el caso de los autónomos, se puede compatibilizar si se ha tenido actividad previa. Para una persona sola, el importe puede rondar los 659 euros mensuales, aunque varía según el número de miembros de la unidad de convivencia y los ingresos previos declarados. Este apoyo puede marcar la diferencia en momentos de incertidumbre económica.
Por último, es fundamental tomar medidas para mejorar la liquidez a corto plazo. Esto puede incluir renegociar gastos fijos, suspender servicios no esenciales, o incluso buscar apoyo financiero a través de líneas de ayuda para autónomos, microcréditos o programas de asesoramiento gratuitos que muchas comunidades autónomas ponen a disposición. Además, tener una cuenta bancaria adaptada a este tipo de situación te puede facilitar muchísimo el control financiero y ayudarte a reducir comisiones innecesarias.
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