Tener empleados cambia por completo la gestión fiscal de un autónomo. Cuando decides contratar, pasas de ser un trabajador por cuenta propia a asumir también responsabilidades empresariales. Esto significa que, además de pagar tus propias cuotas, debes hacer frente a las cotizaciones de tus trabajadores. Cada salario lleva asociadas retenciones de IRPF y cotizaciones a la Seguridad Social, lo que implica presentar modelos como el 111 y el 190. Además, el coste de los sueldos es deducible en el IRPF, lo que puede ayudarte a reducir la base imponible, siempre y cuando esté todo bien documentado y justificado.
Otro aspecto importante es la parte administrativa. Tener empleados te obliga a emitir nóminas, mantener un registro salarial, comunicar contratos, y cumplir con la normativa laboral vigente. Si no cumples correctamente con estas obligaciones, puedes enfrentarte a sanciones económicas bastante serias. A esto se suma la necesidad de gestionar correctamente las altas y bajas en la Seguridad Social, con todos los trámites que eso conlleva. Por eso, muchos autónomos que dan este paso optan por contar con una gestoría o herramientas digitales especializadas.
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Desde un punto de vista tributario, aunque tener empleados no cambia cómo liquidamos el IVA, sí puede afectar en el IRPF. Al aumentar tus gastos deducibles con los costes de personal, se reduce el rendimiento neto de tu actividad, y esto puede hacer que tu cuota en el régimen de cotización por ingresos reales también baje. Es decir, pagar sueldos puede, en parte, compensar fiscalmente, aunque también supone una carga financiera considerable y una planificación muy cuidadosa para no desajustar tu flujo de caja.
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Por último, contratar empleados puede obligarte a salir del sistema de módulos si estabas acogido a él, o incluso implicarte en el pago del Impuesto de Actividades Económicas (IAE) si superas ciertos umbrales de facturación. Es un paso importante que supone más obligaciones, pero también te permite crecer y escalar tu negocio. En este contexto, elegir un banco que facilite la gestión de nóminas y pagos puede marcar la diferencia.
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