Si un autónomo tiene ingresos pero no cuenta con gastos deducibles, esto puede derivar en que termine tributando prácticamente sobre el 100 % de sus ingresos como rendimientos netos. Al no poder restar ningún coste relacionado con su actividad, la base imponible del IRPF se mantiene alta, lo que implica una factura fiscal mayor tanto en el modelo 130 (pagos fraccionados) como en la declaración de la Renta anual. Hacienda no permite deducir gastos que no estén vinculados directamente con la actividad económica, que estén justificados y correctamente registrados.
Además, sin gastos deducibles tampoco se puede restar el IVA soportado al presentar el modelo 303, lo que deja al autónomo sin posibilidad de compensar ese IVA con el IVA repercutido. Es decir, tendrá que ingresar a Hacienda el total del IVA cobrado a clientes sin ninguna deducción, resultando en mayores pagos trimestrales. Esta situación puede hacer que el flujo de caja se resienta, especialmente si los márgenes del negocio son ajustados y no se ha planificado bien la parte fiscal.
Desde el punto de vista de la Agencia Tributaria, una actividad que genera ingresos constantes pero no refleja ningún gasto deducible puede levantar sospechas. Hacienda podría cuestionar la viabilidad real del negocio, sobre todo si esta situación se prolonga en el tiempo. Es importante que el autónomo esté preparado para justificar con documentación y hechos que la actividad es real y que no está ocultando gastos o ingresos.
Por eso, aunque no tengas gastos deducibles ahora, es buena idea plantearte inversiones en formación, software, publicidad o servicios profesionales, ya que son partidas deducibles que además aportan valor a tu negocio. También te puede ayudar tener una cuenta profesional adaptada a autónomos que te permita ordenar tus ingresos, automatizar pagos y gestionar cobros de forma eficiente. 👉 Descubre más aquí: Qonto autónomos
👉 También te puede interesar: Mejores bancos y cuentas para emprendedores