Cuando hablamos de autónomos según la actividad profesional que desarrollan, en España se distinguen los autónomos tradicionales o individuales, que son quienes gestionan un pequeño negocio en su propio nombre y emiten facturas por actividades empresariales como transporte, hostelería, comercio o mantenimiento. Esta categoría también engloba a quienes ejercen actividades artísticas o deportivas, que aunque no siempre tienen un local abierto al público, sí están sujetos a la tributación por el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE). Estos autónomos suelen cotizar en el régimen general del RETA y son los que más se identifican con la imagen típica del trabajador por cuenta propia.
Por otro lado, están los profesionales autónomos o freelance, que realizan actividades liberales como abogados, arquitectos, diseñadores o programadores. Muchos de ellos no necesitan tener un local físico, trabajan desde casa o en espacios de coworking y están dados de alta en epígrafes del IAE diferentes a los empresariales. En su mayoría, tributan en estimación directa simplificada y en muchos casos deben incluir una retención de IRPF en sus facturas, lo que también marca una diferencia clave frente a los autónomos puramente empresariales.
También existen los autónomos societarios, que son aquellos que han constituido una sociedad mercantil, normalmente una SL, pero continúan cotizando como autónomos porque tienen un control efectivo de la empresa o ejercen funciones de dirección. Aunque administran la sociedad, la Seguridad Social les exige estar en el RETA, y su base de cotización mínima es superior a la de un autónomo convencional. Muchos autónomos optan por esta figura cuando su actividad crece y quieren limitar su responsabilidad personal.
Por último, están los llamados TRADE (Trabajadores Autónomos Económicamente Dependientes), que facturan más del 75 % de sus ingresos a un solo cliente y tienen derecho a formalizar un contrato especial que les otorga ciertas coberturas, como el derecho a vacaciones o indemnización por finalización. Y no podemos olvidarnos de los autónomos colaboradores, que son familiares directos que trabajan en el negocio de otro autónomo y también están dados de alta en el RETA, pero con condiciones especiales. Cada tipo de autónomo tiene necesidades distintas, por lo que elegir una cuenta bancaria adaptada a tu perfil puede marcar la diferencia en la gestión diaria.
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