Si llevas un tiempo como programador freelance sabrás que elegir bien tu cuenta bancaria no es un capricho, es casi una herramienta de trabajo. No todas las cuentas para autónomos están pensadas para la realidad de tu día a día: pagos internacionales, ingresos variables, cobros desde plataformas online… Te puedo decir que las más recomendadas son Qonto y bunq. Ambas están diseñadas para facilitarte la vida como profesional independiente, con funciones específicas que ahorran tiempo y quebraderos de cabeza.
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Qonto, por ejemplo, es una cuenta pensada directamente para autónomos y empresas. Te permite crear subcuentas para organizar tus ingresos por proyectos o clientes, y lo mejor: genera informes automáticos que te pueden ahorrar horas de contabilidad. Si trabajas con clientes en el extranjero, permite pagos y cobros en distintas divisas sin comisiones abusivas. Además, su app es súper intuitiva y puedes vincularla fácilmente con tu gestoría o con herramientas como Holded. Para quienes no queremos perder tiempo en tareas bancarias, Qonto es una apuesta segura.
bunq, por otro lado, tiene un enfoque más flexible y moderno. A muchos programadores les encanta porque puedes abrir hasta 25 subcuentas con IBAN individual, automatizar pagos, e incluso separar el IVA o los ahorros automáticamente cada vez que recibes un ingreso. Además, ofrece tarjetas virtuales que puedes usar para diferentes gastos, lo que viene genial si trabajas con software o herramientas por suscripción. Otro punto fuerte es que te da IBAN europeo, así que si facturas a empresas fuera de España, no tendrás problemas ni comisiones ocultas.
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También es clave tener en cuenta que muchos programadores freelance trabajan con plataformas como Upwork, Malt o Fiverr, y estas cuentas permiten vinculación directa o integración fácil con Stripe, PayPal, Wise, etc. A nivel personal, recomiendo evitar los bancos tradicionales para esto. Te lo digo por experiencia: procesos lentos, comisiones por todo y soporte poco especializado. En cambio, cuentas como Qonto y bunq están diseñadas con nosotros en mente. A largo plazo, lo barato sale caro, y una buena cuenta te puede ahorrar dinero… y tiempo, que vale aún más.