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Tipos de Bonos del Estado: ¿Cuáles Son los Más Comunes y Cuáles Convienen Invertir?

Si estás buscando inversiones seguras, rentables y con respaldo estatal, este artículo es para ti. Descubrir los tipos de bonos del Estado puede ser el primer paso para crear una cartera sólida y equilibrada. Aquí no solo te contamos cuáles son los más comunes, sino que también te ayudamos a entender cuál puede convenirte más según tu perfil. Desde las letras del Tesoro hasta los bonos ligados a la inflación, pasando por opciones sostenibles como los bonos verdes, te lo explicamos todo con claridad.
Si alguna vez te has preguntado dónde poner tu dinero sin complicarte, sigue leyendo: aquí tienes la guía que estabas buscando.

En Finantres, siempre mantenemos nuestra independencia editorial. Nos regimos por altos estándares de integridad en todo lo que publicamos, pero este artículo puede incluir menciones a productos de nuestros socios. A continuación, te explicamos cómo obtenemos ingresos. Nuestra promesa en Finantres es asegurarnos de que todo lo que compartimos sea imparcial, preciso y confiable.

Tipos de Bonos del Estado

Cuando hablamos de invertir en renta fija, los bonos del Estado son una de las herramientas más conocidas y utilizadas por quienes buscan seguridad y rentabilidad moderada. Pero ojo, no todos los bonos son iguales. Existen diferentes tipos de bonos del Estado que se adaptan a distintos perfiles de inversor y necesidades financieras. A continuación, te explico los principales para que sepas diferenciarlos y sepas cuál te puede convenir más.

Tipos más comunes de bonos del Estado

  1. Bonos a corto plazo (Letras del Tesoro)
    Son títulos de deuda pública emitidos a plazos que suelen ir de 3 a 12 meses. No pagan intereses periódicos, sino que se compran por debajo de su valor nominal y se cobra el total al vencimiento. Son ideales para perfiles conservadores que buscan liquidez rápida y bajo riesgo.
  2. Bonos a medio plazo
    Suelen tener vencimientos de entre 2 y 5 años. Pagan intereses (cupones) regularmente y ofrecen una rentabilidad algo superior a las letras del tesoro. Son una buena opción para quienes desean algo más de rentabilidad sin alejarse demasiado de la seguridad.
  3. Bonos a largo plazo (Obligaciones del Estado)
    Emitidos a 10, 15 o incluso 30 años, ofrecen intereses más altos por el mayor plazo. Están pensados para inversores que no necesitan el dinero en el corto plazo y buscan ingresos regulares durante muchos años.
  4. Bonos ligados a la inflación
    Protegen el poder adquisitivo del inversor ya que tanto el capital como los intereses están indexados a la inflación. Muy recomendables en épocas de alta inflación, aunque suelen ofrecer cupones iniciales más bajos.
  5. Bonos con cupón cero
    No pagan intereses periódicos. Se compran a un precio inferior al nominal y al vencimiento se recibe el total del capital invertido. Pueden ser útiles para objetivos concretos a largo plazo, como ahorrar para estudios o jubilación.
  6. Bonos canjeables o convertibles (más raros en deuda pública)
    Aunque más comunes en deuda corporativa, en algunos países existen bonos del Estado que permiten convertirlos en otro tipo de activos. No es común, pero puede haber excepciones.
  7. Bonos verdes y sostenibles
    Son bonos emitidos específicamente para financiar proyectos con impacto ambiental positivo o sostenibilidad social. Cada vez más populares entre inversores responsables.
  8. Bonos perpetuos (extremadamente raros en gobiernos)
    No tienen fecha de vencimiento, aunque el emisor puede decidir cuándo pagar el capital. En el caso de los Estados, su existencia es muy limitada y está más vinculada a la historia financiera que a la práctica actual.

Cada uno de estos tipos de bonos tiene ventajas y desventajas según tu perfil de riesgo, horizonte temporal y objetivos financieros. Y si estás pensando en empezar a invertir en bonos del Estado, una plataforma sencilla y profesional como Freedom24 te facilita el acceso a este tipo de productos con total transparencia y seguridad.

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1. Letras del Tesoro (Bonos a corto plazo)

Las letras del Tesoro son la puerta de entrada para muchos inversores en deuda pública. Se trata de bonos emitidos a corto plazo, generalmente con vencimientos de 3, 6, 9 o 12 meses. No pagan intereses periódicos como otros bonos, sino que se adquieren a un precio inferior a su valor nominal, y la ganancia se obtiene al recibir el total del valor nominal al vencimiento.

  • Riesgo bajo: respaldados por el Estado, son considerados inversiones seguras.
  • Liquidez alta: perfectas si necesitas disponer del dinero en menos de un año.
  • Rentabilidad ajustada: en general, es menor que otros bonos por su corta duración, pero superior a tener el dinero en una cuenta corriente sin remuneración.

👉 Muy recomendables para perfiles conservadores o para aparcar liquidez temporalmente sin asumir grandes riesgos.

2. Bonos del Estado a medio plazo

Estos bonos suelen tener vencimientos de 2 a 5 años, lo que los sitúa en un punto medio entre seguridad y rentabilidad. A diferencia de las letras del Tesoro, sí pagan intereses periódicos —lo que se conoce como “cupones”— que pueden ser semestrales o anuales.

  • Rentabilidad moderada: más interesante que a corto plazo, aunque con algo más de exposición a variaciones en los tipos de interés.
  • Estabilidad: siguen siendo muy seguros al estar respaldados por el gobierno.
  • Intereses periódicos: ideales si buscas ingresos constantes durante algunos años.

👉 Son una opción equilibrada para quienes quieren proteger su capital con una mínima exposición al mercado.

3. Obligaciones del Estado (Bonos a largo plazo)

Cuando hablamos de bonos a 10, 15 o 30 años, nos referimos a las obligaciones del Estado. Son instrumentos pensados para el largo plazo y por tanto, pagan intereses más altos como compensación al tiempo.

  • Alta rentabilidad: mayor que los bonos de menor plazo.
  • Pagos constantes: los cupones regulares permiten tener ingresos estables durante décadas.
  • Sensibilidad al mercado: si suben los tipos de interés, su valor puede caer en el mercado secundario.

👉 Perfectos para quienes buscan ingresos a largo plazo o planifican la jubilación, siempre que puedan mantener la inversión hasta el vencimiento.

4. Bonos ligados a la inflación

Son una herramienta cada vez más valorada, especialmente en contextos donde la inflación erosiona el poder adquisitivo. Estos bonos ajustan tanto el capital como los intereses al Índice de Precios al Consumo (IPC) o al indicador de inflación correspondiente.

  • Protección del capital: tu dinero no pierde valor real.
  • Intereses reales constantes: si la inflación sube, tú cobras más.
  • Menor cupón inicial: pero que puede crecer con el tiempo si la inflación lo permite.

👉 Una excelente opción para mantener el valor real de tu inversión en periodos de incertidumbre económica.

5. Bonos con cupón cero

Son bonos que no pagan intereses periódicos. Se emiten con descuento sobre su valor nominal, y la rentabilidad se obtiene exclusivamente al final, cuando se cobra el importe total al vencimiento.

  • Simplicidad fiscal: no tienes que tributar intereses anualmente.
  • Ideal para objetivos concretos: como pagar estudios universitarios o ahorrar para una fecha específica.
  • Rentabilidad diferida: todo el beneficio llega al final.

👉 Útiles si puedes permitirte inmovilizar el capital durante un tiempo y buscas una inversión sin ingresos intermedios.

6. Bonos canjeables o convertibles

Aunque son más frecuentes en la deuda corporativa, algunos gobiernos han emitido bonos que pueden canjearse por otros activos o condiciones. Suelen tener un componente más especulativo.

  • Potencial de revalorización: si las condiciones del canje son favorables.
  • Complejidad añadida: es crucial leer bien las condiciones de conversión.
  • Mayor riesgo y oportunidad: más para perfiles informados y activos.

👉 No son comunes en Europa, pero en mercados más complejos pueden aparecer como alternativa híbrida.

7. Bonos verdes y sostenibles

Estos bonos se destinan a financiar proyectos con impacto ambiental positivo o iniciativas sociales sostenibles. El interés por ellos ha crecido exponencialmente gracias al enfoque ESG (medioambiental, social y de gobernanza).

  • Responsabilidad social: inviertes y, al mismo tiempo, contribuyes a un futuro mejor.
  • Rentabilidad similar a los bonos tradicionales.
  • Cada vez más comunes: tanto en gobiernos como en instituciones supranacionales.

👉 Una forma ética y rentable de colocar tu dinero si valoras el impacto social de tus inversiones.

8. Bonos perpetuos

Extremadamente raros en la deuda pública moderna, los bonos perpetuos no tienen fecha de vencimiento. Pagan intereses indefinidamente, hasta que el emisor decida rescatar el bono.

  • Ingresos para siempre: pero solo mientras el Estado no los recompra.
  • Más comunes en épocas históricas: hoy su existencia es anecdótica.
  • Sensibles a tipos de interés: al no haber vencimiento, fluctúan mucho en el mercado secundario.

👉 Más una curiosidad histórica que una opción práctica de inversión actualmente.

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Preguntas frecuentes

Sí, puedes vender un bono del Estado antes de su vencimiento a través del mercado secundario, donde se negocian estos instrumentos entre inversores. Eso sí, el precio al que consigas venderlo dependerá de las condiciones del mercado en ese momento, especialmente de la evolución de los tipos de interés. Si los tipos han subido desde que compraste el bono, su precio probablemente será menor y podrías tener pérdidas. Por eso, si tu intención es mantener liquidez o evitar sorpresas, es clave considerar el horizonte temporal de tu inversión desde el inicio.
Los intereses que recibes de los bonos del Estado tributan como rendimientos del capital mobiliario en la declaración de la renta. En España, por ejemplo, se aplica una retención automática y se tributa entre el 19 % y el 28 %, según el importe total ganado. Además, si vendes el bono antes de su vencimiento y obtienes una ganancia, esa plusvalía también está sujeta a tributación. Aunque son productos relativamente sencillos, es importante tener en cuenta esta fiscalidad para calcular la rentabilidad neta real de tu inversión.
En la mayoría de los casos, puedes invertir en bonos del Estado desde importes muy accesibles, como 1.000 € por título, aunque esto puede variar según el tipo de bono y la plataforma donde lo compres. Por ejemplo, con Freedom24, puedes acceder a bonos del Estado europeos y estadounidenses sin necesidad de contar con grandes sumas de dinero, lo que lo convierte en una excelente opción para pequeños ahorradores que quieren dar sus primeros pasos en renta fija sin complicaciones.

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Daniela Casas / Diseñadora UX

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